Crisis de pánico
"Quién te manda a meterte en las patas de los caballos". Es una expresión gráfica y elocuente. Se supone que nadie en su sano juicio o en sus 5 sentidos, metería la cabeza por voluntad propia entre las patas de los caballos. Se supone. Un mínimo de sentido de sobrevivencia. La posibilidad de que te llegué un golpe en la cabeza y te mate o te deje un poco más loco es alta.
La expresión es buena, y la escuchamos a menudo allí donde hay conflicto, o cuando uno realmente mete las patas. Pero la expresión también supone un gesto ético: hacerte el gil todas las veces que sea necesario.
Físicamente hablando, me considero bastante cobarde, y no sé qué haría si al frente mío en el metro o en la calle cogotean con un cuchillo o una pistola a un sujeto indefenso. No sé si arriesgaría el pellejo por esa persona desconocida. No he estado en esa situación, pero no descarto para nada la posibilidad de que sea de esas personas que en vez de salir corriendo por miedo a que te pase algo mejor me haga la loca. Lo sé. Cobarde la actitud.
Tal vez pensar en ella ahora mismo me aporte alguna dosis de valor para tratar de torcer mi naturaleza, y atreverme a algo más el día en que el destino quiera vestirme de una super héroe. Preferiría no hacerlo.
Espiritualmente hablando, me considero un poco cobarde. Pero mirando el asunto con sentido común, verifico que ya estamos en las patas de los caballos. Estamos vivos en este mundo, sin consulta previa, y condenados desde el comienzo a la extinción. El asunto no es menor.
El otro día en la noche recordaba un episodio de mi vida risible y macabro al mismo tiempo, y uno muchas veces está en la pata de los caballos sin darse cuenta y sin saber protegerse.
Pero OJO.... Porque a medida que vamos avanzando con nuestra mochila a cuestas, intentamos hacer más ligero el equipaje.....